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El Cuartel de
Santa Catalina



Boda en la Huerta la Barca de Puente-Genil
Las bodas en verano se celebraban al aire libre en la Huerta la Barca de Puente-Genil.

Imágenes de una corporación (II parte)

Los Cuarteles se han convertido en la Joya de la Semana Santa de Puente-Genil, porque nos permiten a través de su patrimonio retroceder en el tiempo, trasladándonos a tiempos remotos desde antes del nacimiento de Cristo, y hasta la misma historia de nuestro pueblo.

Sus figuras y los atributos que portan, narran en procesión los distintos pasajes bíblicos, desde Adán y Eva que representan la expulsión del hombre del paraíso, hasta la pasión, muerte y resurrección de Jesús Cristo. Son muchas las muestras que podemos enumerar: El Arca de Noé, Los Fundadores de Israel, Los Profetas, Los Judíos de Azote, los Apóstoles, el Imperio Romano y un largo etc. Todas ellas a través de sus desfiles, de sus símbolos y de manera coloquial, nos cuentan la vida cotidiana del antiguo y del nuevo testamento.

También los Cuarteles nos narran la historia de sus gentes o hermanos que la componen, quedando escrita en sus actas, presentes en las miles de fotografías que visten sus paredes, guardando cada una de ellas una historia que contar, que transmitir de generación en generación, porque sin duda corresponden a la historia de la corporación y de buena parte de nuestra población.


En esta ocasión contamos con dos fotografías inéditas, la primera es costumbrista, ya que refleja una de las prácticas que tiene la corporación, siempre que contrae matrimonio uno de sus hermanos. Es habitual invitar a familiares y amigos, pero ellos también invitan a todos los hermanos del grupo, y preparan una mesa especialmente para ellos. En la instantánea se refleja precisamente ese momento, mostrando la mesa de los comensales de la corporación, como manda la tradición.

La boda tuvo lugar en la huerta de la barca, y aunque no he podido averiguar que hernamo era el novio, si comentaré los nombres de los que aparecen:
De izquierda a derecha tenemos a Manuel Montilla Aguilar, Francisco Molinero, José Tabares Sánchez, Manolo Montilla Castilla, un Guardia Civil, su niño y su esposa.

La segunda fotografía se realizó el año 1959, y ambas me han sido facilitadas por mi amigo Manolo Montilla Castilla, persona que desde su infancia ha estado estrechamente ligada a las Virtudes Cardinales colaborando siempre con la corporación, por ejemplo en el año 1970 donó el actual cinturón de la Sibila, realizado en terciopelo negro y bordado con hilo de oro, por las manos de su hermana Conchi Montilla. Como curiosidad comentar que el diseño de su dibujo, es idéntico al que presenta el cinturón del sepulcro, concretamente al del hermano Lorenzo Estepa Franco, que prestó el suyo como modelo, exceptuando naturalmente el escudo del centro del mismo, ya que cada uno contiene el de su agrupación.

Cuartel de las Virtudes Cardinales en la calle Santa Catalina, nº 9
Cuartel de las Virtudes Cardinales en la calle Santa Catalina, nº 9

Volviendo a la fotografía que nos ocupa, podemos ver que representa al salón del cuartel de la calle Santa Catalina, nº 9, el pequeño edificio contenía dos plantas, en el recibidor habían tres puertas y una escalera, con la siguiente configuración: A la izquierda un pequeño aseo compartido, al fondo un patio chico, y a la derecha un despacho de vino de las Bodegas Enrique Reina, el cual tenía solamente una gran ventana a la calle. La escalera era corta pero con escalones de más de 40 cm de altura, que hasta los niños de siete años tenían que subirla a gatas. Arriba solo había dos habitaciones, a la izquierda la cocina y a la derecha el Salón del Cuartel con dos balcones a la calle, siendo en este salón donde se realizó dicha fotografía. Es justo decir que el inmueble fue cedido a la corporación de forma gratuita, siendo propiedad de las Bodegas mencionadas anteriormente.

El despacho de vino, duró poco tiempo y en su lugar se instaló una zapatería, regentada por Miguel Delgado Morales y apodado “Cogote”, por lo que se le conocía como “La Zapatería de Cogote”. Sobre este Zapatero habría que comentar que todos los años al llegar el Miércoles Santo, recogía la zapatería dejando limpio el local y este se utilizaba para exponer al público las figuras de la Corporación, y el resto de la semana servía como vestuario para que los hermanos se vistieran de figura.

Frente al cuartel estaba la tienda de ultramarinos de francisco, apodado “Tres manos” y frecuentada por los hermanos habitualmente, ya que el cuartel era uno de los pocos que estaba abierto y en activo durante todo el año, hacia la derecha y tres casas más arriba se encontraba la barbería de Benjumea, hacia la izquierda y haciendo esquina se hallaba la famosa pastelería y obrador de Teodorito. Con esta configuración se puede hacer uno, una idea del ambiente comercial que se respiraba por la calle Santa Catalina en la década de los cincuenta.

Una graciosa anécdota de vecinos tiene lugar con el cuartel de las Virtudes Morales, que tenía su residencia al comienzo de la Plaza de Lara, y el patio del cuartel lindaba con el patio de las Virtudes Cardinales, más tarde esa casa pasó a ser la ubicación de la Cruz Roja, pero eso ya es otra historia, el caso es que los cuarteles preparándose para la Semana Santa, hacían acopio de alimentos para llenar sus despensas, por lo que las Virtudes Cardinales encargaron a la pescadería una cantidad importante de pescado, al igual que otras corporaciones. El pescadero sirvió sus pedidos pero equivocó su entrega, invirtiendo el género con el pedido de las Virtudes Morales, cuando los hermanos que nos ocupan se dieron cuenta de que apenas había pescado (ya que el pedido de sus vecinos era de menor cantidad), reclamaron al pescadero y cuando se descubrió error, el pedido que las Virtudes Cardinales realizó estaba ya casi todo consumido.

Retornando a la imagen del Salón, los hermanos que aparecen de izquierda a derecha son los siguientes:
El primero es Antonio apodado el “Confi” (por su profesión de pastelero), y fue durante muchos años hermano alpatana (persona a la que se le tenía mucho apego y estima por parte de los demás hermanos), el segundo es Antonio Jiménez Yerón y trabajó en la fábrica de carne membrillo La Casualidad, más tarde se marchó a Londres donde reside actualmente, pero al llegar la Semana Santa volvía puntualmente todos los años a su Cuartel. Precisamente en la semana mayor del año 2010 estuvo de visita en Puente-Genil.

El tercer hermano es Francisco Molinero Jurado y trabajó en el Ilustre Ayuntamiento de Puente-Genil (como ya mencioné en la revista del año pasado). En cuarta posición le sigue Francisco Pino Muriel, que también volvía anualmente con su cita manantera, ya que vivía en Valencia. Tenía predilección por vestir la Sibila de Cumas y su estatura se lo permitía, ya que las actas indican que la persona que vista la Sibila debe de ser alta, para engrandecer la imagen durante el desfile procesional.

El quinto hermano es Francisco Bascón, conocido popularmente como “Machaco” y tenía la buena costumbre de ofrecer una uvita (de vino), a todas las cofradías que pasaban en procesión por la puerta del cuartel. Un detalle curioso y digno de recordar, tenía lugar todos los Miercoles Santo, al pasar el Lavatorio por la puerta del cuartel, machaco tomaba prestada la jarra que porta el paso, y con ella ofrecía vino a todos los hermanos, quedando las Virtudes en posesión de dicha jarra para que la figura Templanza pudiera sacarla en los desfiles procesionales, y al terminar la Semana Santa se devolvía la jarra a la cofradía hasta el próximo año, así se hizo durante varios años hasta que la corporación pudo comprar la actual jarra que presenta como martirio la virtud templanza.

El sexto y último hermano era ferroviario de profesión y vestía la Sibila de Cumas (por su altura). Sostiene un cuadro con el retrato del hermano Juan Rodríguez Morales, natural de Jimena de la Frontera y que también fue ferroviario, concretamente era maquinista y le encantaba vestirse de Prudencia, aquella figura que porta una serpiente y un espejo. Todos los años encandilado, intentaba vestirla, cambiándola por la que le hubiese tocado, y así lo estuvo haciendo hasta que por desgracia y a raíz de un accidente ferroviario perdió la vida. Al volcar el tren él quedó atrapado debajo de la máquina, y cuando retiraron el amasijo de hierros y rescataron su cuerpo sin vida, todos quedaron sorprendidos al encontrar entre el suelo y su cadáver una serpiente, al igual que el martirio de su figura preferida.