Virgen de los Desamparados y fuegos artificiales.
Los Desamparados, una advocación en expansión
El cálido aire que se respira tiene aroma de flor, la festiva luz de Puente-Genil brilla con intensidad y las noches vuelven a ser serenas en la ciudad, y es que no podía ser de otra manera, estamos en primavera, concretamente en el mes de mayo, meridiano de la estación. Es momento de sentir y vivir la calle, las fiestas populares brotan en este periodo del calendario.
El día de la Cruz llena de alegría e ilusión a los niños que la festejan. Las Cruces de mayo reúnen con gusto a jóvenes y mayores en innumerables tertulias y como no, Nuestra Señora de los Desamparados vuelve a desfilar por el nuevo y a la vez veterano barrio de la Matallana.
Tendremos que remontarnos al año 1950, para situarnos en el primer recorrido de gloria que tuvo esta imagen, siempre por el barrio de la Matallana y culminando su desfile con fuegos artificiales. Por aquellas fechas la Matallana se podía considerar una nueva barriada en expansión, a la que acudía multitud de gente para ver el espectáculo de pirotecnia.
Ciertamente se trata de una celebración joven, pero con experiencia ya que supera el medio siglo de historia, y evidentemente somos ya muchos los que no pudimos saborear los primeros desfiles de la Virgen de los Desamparados. Personalmente no olvidaré nunca la primera procesión que he vivido, se remonta al año 1973 y aunque solo tenía cinco años y mis intereses por entonces eran el juego y las colecciones de cromos, recuerdo perfectamente aquel domingo por la noche en el que momentos antes de acostarme, irrumpió en casa un ruido estrepitoso.
Para ubicar al lector debo indicar que por aquella fecha mi residencia era en el primer piso de Manolo Santos, justamente encima de la taberna de Pedro Lavado, sito en Santa Catalina y frente a la calle Horno, por lo que desde el salón se veía perfectamente como avanzaba dicha calle cuesta arriba.
Volviendo al estrepitoso ruido, mi Padre me acercó al balcón principal del salón y tras la cristalera se podía observar radiantemente el castillo de fuegos artificiales que coloreaba el estrellado cielo de una noche de primavera, mientras él me explicaba que los cohetes pertenecían al broche final del recorrido de gloria de los Desamparados, aquella procesión que habíamos visto unas horas antes por la Matallana.
Aquellos recuerdos ya muy difuminados en la memoria toman con el tiempo especial importancia y significado, cuando anteriormente sólo representaban un magnífico espectáculo de pirotecnia, actualmente reflejan la alegría que la advocación de los Desamparados quiere transmitir a esas personas que la necesitan.
Dicha advocación se diferencia de las demás por situarse fuera de la pasión de Jesucristo. Además los Desamparados es una advocación que se encuentra en expansión, por lo que toma un especial valor con respecto a los más desfavorecidos económicamente, enfermos, abandonados, etc.
Precisamente ahora en estos momentos de “vacas flacas” que nos ha tocado vivir, surgen en nuestros barrios, en nuestras familias y en nuestro entorno, algún desamparad@, por ejemplo sólo en Puente-Genil hay más de tres mil personas que están sin empleo, cosa que por otra parte no es nueva en la historia de nuestra población, sino que se repiten cíclicamente a lo largo de los años.
Como nos describe la Biblia con la interpretación de los sueños que ofrece José, hijo de Jacob al faraón, explicándole el significado de su sueño, y consistiendo este en que después de siete años de bonanza y beneficios económicos para su pueblo, vendrán otros siete de escases, hambruna y pobreza.
Debemos asumir y cuanto antes mejor, que ningún partido político sea del color que sea, nos sacará de esta desamparada situación, sino que es la sociedad trabajadora quien tendrá que ocuparse de ayudar al desamparado, trabajando todos y ofreciendo lo que cada uno pueda al que no tiene, para hacer honor a la advocación que nos ocupa, como en 1409 el padre Fray Joan Gilabert Jofré ofreció todo su potencial humano, fundando en Valencia un hospicio para enfermos y niños desamparados, más tarde este hombre también tuvo que ver con la primera imagen de la Virgen de los Desamparados, y con su peculiar iconografía de un niño pequeño en brazos, ofreciéndole a este la alegría que había perdido.