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Los Reyes Magos
Salero y Valentín



Lata de carne membrillo
Una constumbre muy extendida, es guardar fotografías antiguas en el interior de una lata de carne membrillo.

Los Reyes Magos, Salero y Valentín

Recuerdo perfectamente aquella tarde de navidad, no paraba de llover por lo que no podía salir a la calle, a jugar con mis amigos. Me encontraba rebuscando entre muebles viejos, cajas y objetos antiguos, era una forma estupenda de pasar la tarde, arriba en el desván siempre se encontraba algo interesante.

De repente observé que encima de un antiguo paragüero había algo metálico, parecía una pequeña caja, así que cogí un taburete de madera y de puntillas sobre el asiento, estiré el brazo para poder alcanzarla y la atrapé con cuidado de no caerme, tuve que desempolvarla, estaba algo oxidada y despintada pero tenía un alegre y bonito dibujo en la tapadera, representaba el puente de Miragenil con su baranda de piedra y tres jóvenes pontanesas en plena tertulia. Era una lata de carne de membrillo.


La curiosidad me asaltaba e impacientemente abrí la lata, entonces me encontré con algunas fotografías, las cuales observé detenidamente y hubo una que me llamó la atención, era un niño algo más pequeño que yo y estaba muy mal vestido, pero tenía un caballo grande a su lado que me sorprendió, entonces me fui corriendo escaleras abajo, con mi descubrimiento debajo del brazo y grité.

- ¡Papá!, ¡Papá!, mira lo que he encontrado.
- No corras, que te vas a caer. A ver que tienes ahí.
- Es una lata de carne de membrillo y tiene fotografías antiguas.
- Estupendo, vamos a verlas. ¡Bueno si son las antiguas fotos de la familia!, las había buscado durante mucho tiempo y no recordaba donde estaban.

Entonces mi padre cogió el mando a distancia, apagó el televisor y comenzó a ver las fotografías, explicándome a quien correspondía, al fin llegamos a la imagen del caballo y le pregunté.

- ¿Quién es el chico de la foto?
- Es mi abuelo Valentín cuando tenía un par de años menos que tú. Con su caballo de cartón, de ruedas de madera y un cordel para tirar de él.

En aquel momento le dio la vuelta a la foto y me la mostró, vi que estaba escrita y en ella se podía leer: “Valentín, marzo de 1920”

- Que suerte tu abuelo Valentín tenía un caballo muy grande.
- Ya lo creo que lo tuvo, le gustaba mucho y no se separaba de él. Si quieres te cuento la historia de Salero, el caballo de Valentín.
- Si, si, cuenta, cuenta.

Resulta que mi abuelo pertenecía a una familia humilde, con pocos recursos y a duras penas podían cubrir las necesidades básicas de la casa, como la comida y la ropa. Sin embargo ese año ocurrió algo mágico en Puente-Genil, existían rumores de que los Reyes Magos visitarían nuestra localidad en persona, y que harían su entrada por el antiguo barrio de Miragenil, montados a caballo recorrerían las calles de nuestro pueblo, saludando a todos los vecinos. Fueron muchos los que ilusionados esperaban impacientes la noche del 5 de enero, pero otros creían que se trataba de una broma y lo tomaron a guasa.

No obstante existía un numeroso grupo de jóvenes que se hacían llamar “Los amigos del arte” y el día 2 de enero de 1920 se pusieron a trabajar en un bonito proyecto, organizaron un recolecta entre los vecinos para dar el dinero recaudado a los Reyes Magos, y que estos trajeran juguetes a todos los niños pobres del pueblo. Se reunió casi 700 ptas. que en aquella época era lo que ganaba un trabajador en un año aproximadamente.

- ¿Y vinieron los Reyes, papá?
- Espera, espera que te cuente.

Por aquellos días en el Teatro Circo actuaba la Troupe Ferroni, que eran un grupo de artistas y acróbatas compuesto por cinco chicas venecianas y un caballero. Al terminar la función y al salir el público del teatro, escucharon un gran alboroto y se dirigieron a la calle Don Gonzalo, donde vieron con sorpresa la banda de música entonando alegres piezas musicales. A continuación se dejaban ver por primera vez en Puente-Genil, el impresionante Cortejo Real. Los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar aparecían majestuosos a lomos de tres briosos corceles, que fueron requisados de la cochera de Diego (un conocido paisano), detrás se iban sumando los vecinos que acompañaban al cortejo, algunos también montados a caballo y hasta la Troupe Ferroni salió aquella noche a presenciar el desfile de los Reye Magos.

La fiesta comenzaba en la calle Herrera del barrio de Miragenil que es donde se encuentra ahora el colegio Ramiro de Maeztu, atravesó el puente, entró por la calle Don Gonzalo a las nueve y media de la noche, continuo hasta la calle Angosturas, buscando Santa Catalina, y fue aquí en esta calle donde Valentín asomado en su ventana vio pasar el desfile Real, todo emocionado no dejó de hacer palmas a los tres Reyes Magos, en el instante en que pasaban ante él.

Siguieron por la calle Aguilar, donde se formó un tumulto de gente tan grande, que se hizo imposible dar un paso, y finalizó el cortejo en el Paseo del Romeral.

Entonces Valentín se fue a la cama, deseoso de que amaneciera para recibir el regalo de los Reyes Magos.

- Papá, ¿Entonces esa fue la primera cabalgata?
- No, cabalgata no, porque no habían carrozas, pero sí que fue el primer desfile de Reyes Magos en la ciudad, y el inicio de una hermosa tradición que perdura en el tiempo. Además se anunció en los medios de comunicación que existían en el pueblo y tuvo un éxito tan grande que se repitió durante años, de ahí que ahora disfrutemos de la Cabalga de Reyes Magos.

Bueno, volviendo con Valentín te diré que cuando despertó, no tenía ningún juguete esperándole al pie de su cama, por lo que empezó a llorar, sin embargo en brazos de su madre encontró el consuelo con sus palabras. La madre le dijo que se había enterado que en el Teatro Circo los Reyes habían dejado muchos juguetes para los niños de Puente-Genil, y fueron con paso alegre y decidido a recoger su regalo.

En el Teatro comenzaron a repartir juguetes desde el medio día y hasta las tres y media de la tarde, se repartieron 674 Juguetes y otros tantos pasteles para endulzar el momento. Cuando llegó Valentín esperó impacientemente su turno y subió nervioso al escenario para que le hicieran entrega de su regalo, primero le dieron una apetitosa milhoja, pero él estaba solo pendiente del regalo que le aguardaba, se le notaba en la cara la inquietud que le embargaba, entonces una joven señorita le dijo:

- Valentín este es tu regalo.
- Y tirando de un cordel apareció un bonito caballo de color canela que avanzaba sobre cuatro ruedas. Valentín abrió los ojos más que nunca al contemplar aquel hermoso caballo de cartón, comenzaron a brillar de alegría y transmitían felicidad a todo aquel que lo mirara a la cara, mientras entre los aplausos del público que asistió al acto de entrega de regalos, Valentín decía:
- Gracias, gracias.
- Mira mamá, es igual de saleroso que el caballo que llevaba Melchor anoche en el desfile.
- Sí, hijo sí, es que te has portado muy bien todo el año.

Por el camino Valentín le ofrecía el pastel al caballo, y mientras lo guiaba a casa decidieron entre él y su madre ponerle de nombre “Salero”.

Valentín jugó mucho con Salero, todos los días estaban juntos, le daba de comer, lo cepillaba y lo sacaba a pasear, pero cuando llegó el verano le dio de beber y lo bañó para refrescarlo y entonces…

Salero el caballo de cartón se fue y no vino más. Valentín quedó muy triste y lloró mucho, pero fue un niño muy listo, se acordó siempre de él, y guardó su fotografía para poder contar la historia a sus hijos, luego mi padre me la conto a mí y me regaló la foto. Ahora yo te la cuento a ti, por eso es importante guardar esta fotografía ya que representa la historia de nuestros antepasados y la cultura de nuestra forma de vida, para que no nos olvidemos de lo que fuimos y valoremos lo que somos.

- Entonces, ¿me das la foto para mí?
- Si hijo, para ti. Ahora eres tú el que tiene la responsabilidad de conservar y de transmitir la cultura de nuestra ciudad, Puente-Genil.